Estereotipos asociados


Estructura:

La película comienza con el libro cerrado. Se abre y narra la fórmula introductoria. Después continúa la película linealmente, con la estructura de planteamiento, nudo y desenlace, que finaliza con la fórmula de desenlace y con el libro cerrado.
En 1950, fecha en la que se estrena esta película, la posición de la mujer en la sociedad estaba relegada al ámbito privado, su función era la de “ama de casa” y debía vestir con vestimenta ajustada que debía lucir en todo momento para agradar a “su marido”. Y es que durante los años cincuenta, la mujer se vio de nuevo atrapada en un estrecho corsé que la cohibía en todos los aspectos y no sólo en el sentido literal que la prenda le pudiese proporcionar. Tras haber apoyado a su marido durante la guerra, deseaba volver a ser totalmente femenina, es por ello, que no hemos de extrañarnos al ver representadas las doncellas de la película con unas siluetas que cortan la respiración con solo mirarlas como es el caso de todas las mujeres que aparecen en “La Cenicienta”.

En esta película podemos localizar 5 personajes femeninos y 4 masculinos, sin embargo, esta mayoría de mujeres no darán un mayor peso a sus historias ni a sus vidas, puesto que todos los personajes femeninos están subordinados a los masculinos y van a definir su poder y sus deseos exclusivamente según la narrativa y la potestad del macho dominante.


Una vez más vemos unos comportamientos machistas en los que la mujer es un objeto del que el hombre tiene su posesión y decide por ella: “Para gustar a un hombre hay que vestir de modo atrevido”. “Las mujeres han de callar para no molestar a los hombres”. 
La Cenicienta muestra aspectos, que según los autores son solo "cosas de mujeres": como la rivalidad existente entre mujeres o coser.


Por otro lado, y como siempre, Disney acostumbra a estereotipar los polos opuestos: belleza-fealdad:

La belleza está asociada a la bondad y todo lo positivo que pueda existir en el ser humano; sin embargo, la fealdad se relaciona con el carácter horrible y antipático que muestran las hermanastras de Cenicienta. La madrastra y las hermanastras aparecen como frías y calculadoras, muestran su envidia con agresividad, mienten y hacen trampas para conseguir sus deseos.

Este mismo efecto lo vemos reproducido en muchas de las escenas de Disney: La Bella y la Bestia; la madrastra de Blancanieves...donde el juego con personajes estereotipados que representan los extremos de lo bueno y lo malo, suponen un elemento más para destacar la imagen esperada, con lo cual se construye la identidad en la infancia.


Para resumir, son muchas las características asignadas a los personajes femeninos y masculinos que dejan en evidencia la diferencia y desigualdad entre los sexos. Las más significativas son:

Él: Audaz, fuerte y valiente. Héroe y salvador de bellas jóvenes en dificultades. Seductor e inteligente, cualidades que le permiten conseguir todo aquello que se proponga. Libre e independiente, cuya vida se desenvuelve en el ámbito social. Poseedor del poder de decisión fuera y dentro del hogar. En este estereotipo masculino no hay cabida para los tímidos, introvertidos, débiles, románticos o sensibles.
Ella: Débil, sumisa y dependiente del hombre, cuya vida se desarrolla en su hogar, dedicada a las tareas domésticas y a cuidar de otras personas. Ingenua e indefensa, sin mayor ambición que casarse, para lo cual debe poseer cualidades de belleza, delicadeza y pureza. Romántica, soñadora y sensible, a la espera de un amor incondicional que la rescate de sus penurias cotidianas. En este estereotipo femenino no hay lugar para la mujer luchadora y emprendedora que caracteriza a la mujer actual.

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